Simple Science

Ciencia de vanguardia explicada de forma sencilla

# Biología # Inmunología

Células B: La espada de doble filo de la autoinmunidad

Las células B pueden tanto proteger como dañar en enfermedades autoinmunes.

Reza Taghipour-Mirakmahaleh, Françoise Morin, Yu Zhang, Louis Bourhoven, Louis-Charles Béland, Qun Zhou, Julie Jaworski, Anna Park, Juan Manuel Dominguez, Jacques Corbeil, Eoin P. Flanagan, Romain Marignier, Catherine Larochelle, Steven Kerfoot, Luc Vallières

― 8 minilectura


Células B: ¿Aliadas o Células B: ¿Aliadas o Enemigas? destruir en enfermedades autoinmunes. Las células B pueden proteger o
Tabla de contenidos

Las enfermedades autoinmunes ocurren cuando el sistema inmunológico ataca por error las propias células y tejidos del cuerpo. Un jugador importante en estas enfermedades es un tipo de glóbulo blanco conocido como Células B. Las células B pueden ayudar o perjudicar al cuerpo. Pueden proteger contra infecciones, pero también pueden contribuir a enfermedades autoinmunes, que pueden dar lugar a condiciones como la Esclerosis Múltiple y el trastorno del espectro de la neuromielitis óptica.

¿Qué son las células B?

Las células B son un tipo de glóbulo blanco que juega un papel principal en el sistema inmunológico. Se producen en la médula ósea y son esenciales para crear anticuerpos. Los anticuerpos son proteínas que ayudan a neutralizar patógenos, como bacterias y virus.

Cuando una célula B encuentra un antígeno extraño (una sustancia que desencadena una respuesta inmunitaria), puede capturar el antígeno con su receptor especializado. Este receptor es como una llave que encaja en una cerradura, siendo el antígeno la cerradura. Una vez que la célula B captura el antígeno, lo procesa y lo presenta a las células T, otro tipo de glóbulo blanco que ayuda a regular la respuesta inmunitaria. Este proceso puede llevar a la activación de células T que promueven enfermedades autoinmunes.

Una vez activadas, las células B pueden convertirse en blastos de plasma de corta duración o en células plasmáticas de larga duración. Los blastos de plasma producen rápidamente anticuerpos, mientras que las células plasmáticas pueden quedarse en el cuerpo durante mucho tiempo, produciendo continuamente anticuerpos para combatir infecciones.

Autoanticuerpos: ¿amigos o enemigos?

A veces, las células B pueden crear anticuerpos que atacan por error los propios tejidos del cuerpo. Estos anticuerpos dañinos se conocen como autoanticuerpos. Por ejemplo, algunos autoanticuerpos atacan proteínas en el sistema nervioso, lo que lleva a enfermedades neurológicas. Ejemplos comunes de estos autoanticuerpos son los que atacan la glicoproteína oligodendrocítica de mielina (MOG) y la acuarioína-4.

En enfermedades como la enfermedad por anticuerpos MOG (MOGAD) y el trastorno del espectro de la neuromielitis óptica (NMOSD), la presencia de autoanticuerpos específicos puede servir como marcadores importantes para diagnosticar la enfermedad. En cambio, la esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad más compleja que no tiene un marcador de autoanticuerpos específico. En su lugar, se caracteriza por la presencia de una mezcla de anticuerpos en el líquido cefalorraquídeo, detectable como bandas oligoclonales.

Células B y severidad de la enfermedad

La investigación ha mostrado que no todas las células B son iguales cuando se trata de enfermedades autoinmunes. Algunas células B pueden ayudar a calmar la inflamación y reducir la gravedad de la enfermedad, mientras que otras pueden hacer lo contrario. Por ejemplo, ciertas células B activadas pueden secretar autoanticuerpos que contribuyen al proceso de la enfermedad, llevando a más daño al cuerpo.

En modelos experimentales de enfermedades autoinmunes, el papel de las células B puede variar significativamente según el tipo de antígeno utilizado para desencadenar la respuesta inmunitaria. Por ejemplo, cuando se usa un péptido corto de mielina para inducir una enfermedad llamada encefalomielitis autoinmune experimental (EAE), la enfermedad puede desarrollarse sin la ayuda de células B, mostrando que en algunos casos, las células B pueden no ser necesarias para el inicio de la enfermedad. Sin embargo, cuando se utilizan proteínas más largas, las células B son esenciales para la progresión de la enfermedad, actuando como presentadoras de señales incorrectas y fuentes de anticuerpos dañinos.

El misterio de los blastos de plasma

Al estudiar enfermedades autoinmunes, los investigadores a menudo observan un tipo especial de célula B conocida como blastos de plasma. Estas células se producen en grandes cantidades durante una respuesta inmunitaria y son conocidas por su rápida producción de anticuerpos. Curiosamente, la expansión de los blastos de plasma puede verse influenciada por el tipo de antígeno presente. Al examinar un modelo particular de EAE, los científicos encontraron un aumento notable de blastos de plasma en los ganglios linfáticos tras introducir ciertos Antígenos.

A través de técnicas avanzadas como la secuenciación de ARN de células individuales, los investigadores pueden analizar las actividades genéticas de estos blastos de plasma. Esto ha revelado que la expansión de los blastos de plasma puede ocurrir rápidamente sin las vías tradicionales asociadas al desarrollo de células B, lo que podría llevar a la producción de autoanticuerpos.

El proceso de producción de anticuerpos

En el proceso de producir anticuerpos, las células B sufren varios cambios, incluida la recombinación de cambio de clase, donde pueden cambiar de producir un tipo de anticuerpo (como IgM) a otro (como IgG). Esto les permite adaptar su respuesta a diferentes tipos de amenazas. Sin embargo, este proceso también puede llevar a autoanticuerpos, especialmente si las células B están expuestas a los antígenos incorrectos.

Aunque la idea de que las células B trabajen juntas en una respuesta inmunitaria bien orquestada es atractiva, la realidad suele ser más caótica. A veces, las células B pueden estar un poco demasiado entusiastas, lanzando anticuerpos sin un objetivo refinado, llevando a un ataque a los propios tejidos del cuerpo.

La conexión con EAE y otras enfermedades autoinmunes

Mucho de lo que los científicos saben sobre enfermedades autoinmunes proviene de estudios que utilizan modelos como EAE. En estos modelos, los investigadores pueden inducir síntomas similares a condiciones humanas mediante la manipulación del sistema inmunológico. Esto permite explorar las funciones de las células B y desarrollar posibles terapias.

Los estudios han mostrado que la actividad de las células B en los modelos de EAE puede variar ampliamente dependiendo del tipo de antígeno utilizado. Esta variabilidad abre numerosas preguntas sobre cómo abordar eficazmente las células B en la enfermedad y qué tipos de tratamientos podrían ser más efectivos.

El papel de los autoanticuerpos en EAE

Un enfoque crítico en los estudios de EAE es sobre los autoanticuerpos dañinos producidos. A pesar de que los investigadores saben que los autoanticuerpos son un contribuyente importante a la enfermedad, entender su papel exacto ha resultado un desafío. A través de un análisis cuidadoso de anticuerpos, los científicos han identificado ciertas poblaciones de células B que parecen producir específicamente autoanticuerpos dañinos.

Estos hallazgos han llevado a la idea de usar terapias dirigidas para bloquear la actividad dañina de los autoanticuerpos. Por ejemplo, los investigadores han estado explorando el uso de anticuerpos diseñados para neutralizar a los malos en el sistema inmunológico, lo que podría proporcionar una nueva forma de tratar condiciones autoinmunes.

Encontrando nuevos tratamientos

El potencial para nuevas estrategias de tratamiento que apunten a los autoanticuerpos es una vía emocionante en la investigación de enfermedades autoinmunes. Hay esperanzas de que al entender cómo regular la producción y actividad de anticuerpos específicos, sea posible mitigar los efectos de las enfermedades autoinmunes.

Investigaciones recientes se han centrado en modificar anticuerpos existentes para crear variantes que puedan inhibir respuestas dañinas. Un anticuerpo diseñado de esta manera, que busca bloquear la interacción con receptores inmunológicos, demostró la capacidad de reducir la gravedad de la enfermedad en modelos animales. Esto muestra promesas no solo para tratar EAE, sino potencialmente para otras enfermedades autoinmunes también.

Conclusión

En resumen, las células B y los anticuerpos que producen pueden ser un arma de doble filo en el contexto de las enfermedades autoinmunes. Entender sus roles duales puede llevar a mejores marcadores diagnósticos y estrategias de tratamiento. La variabilidad de las respuestas de las células B dependiendo del tipo de antígeno, junto con la producción de autoanticuerpos dañinos, destaca la naturaleza compleja del sistema inmunológico.

A medida que los investigadores continúan estudiando estos tipos de células, descubren vías potenciales para desarrollar nuevas terapias que puedan ayudar a manejar o incluso revertir el daño causado por las enfermedades autoinmunes, brindando esperanza a quienes se ven afectados.

Y recuerda, mientras que las células B a veces pueden parecer los invitados de fiesta exagerados que llevan la diversión un poco demasiado lejos, entender su comportamiento podría llevar a un orden muy necesario en el caos del sistema inmunológico.

Fuente original

Título: Turncoat antibodies unmasked in a model of autoimmune demyelination: from biology to therapy

Resumen: Autoantibodies contribute to many autoimmune diseases, yet there is no approved therapy to neutralize them selectively. A popular mouse model, experimental autoimmune encephalomyelitis (EAE), could serve to develop such a therapy, provided we can better understand the nature and importance of the autoantibodies involved. Here we report the discovery of autoantibody-secreting extrafollicular plasmablasts in EAE induced with specific myelin oligodendrocyte glycoprotein (MOG) antigens. Single-cell RNA sequencing reveals that these cells produce non-affinity-matured IgG antibodies. These include pathogenic antibodies competing for shared binding space on MOGs extracellular domain. Interestingly, the synthetic anti-MOG antibody 8-18C5 can prevent the binding of pathogenic antibodies from either EAE mice or people with MOG antibody disease (MOGAD). Moreover, an 8-18C5 variant carrying the NNAS mutation, which inactivates its effector functions, can reduce EAE severity and promote functional recovery. In brief, this study provides not only a comprehensive characterization of the humoral response in EAE models, but also a proof of concept for a novel therapy to antagonize pathogenic anti-MOG antibodies.

Autores: Reza Taghipour-Mirakmahaleh, Françoise Morin, Yu Zhang, Louis Bourhoven, Louis-Charles Béland, Qun Zhou, Julie Jaworski, Anna Park, Juan Manuel Dominguez, Jacques Corbeil, Eoin P. Flanagan, Romain Marignier, Catherine Larochelle, Steven Kerfoot, Luc Vallières

Última actualización: 2024-12-06 00:00:00

Idioma: English

Fuente URL: https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2024.12.03.623846

Fuente PDF: https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2024.12.03.623846.full.pdf

Licencia: https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/

Cambios: Este resumen se ha elaborado con la ayuda de AI y puede contener imprecisiones. Para obtener información precisa, consulte los documentos originales enlazados aquí.

Gracias a biorxiv por el uso de su interoperabilidad de acceso abierto.

Más de autores

Artículos similares