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# Biología# Microbiología

Cómo las bacterias separan su ADN durante la división

La segregación del ADN bacteriano está influenciada por las condiciones de crecimiento y la dinámica celular.

Christine Jacobs-Wagner, A. Papagiannakis, Q. Yu, S. K. Govers, W.-H. Lin, N. S. Wingreen

― 7 minilectura


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En cada célula, el ADN juega un papel crucial al pasar la información genética a la siguiente generación durante la división celular. En las Bacterias, este proceso es menos claro que en células más complejas llamadas eucariotas. Mientras que las células eucariotas usan una estructura llamada huso mitótico para separar sus cromosomas, las bacterias no tienen un sistema así. En cambio, su ADN está organizado en una región conocida como el nucleóide, que carece de membrana.

Las células bacterianas utilizan un sistema llamado ParABS para ayudar a segregar parte de su ADN durante la división. Este sistema generalmente trabaja cerca del origen de la replicación del ADN. Sin embargo, este primer paso no explica completamente cómo se separa toda la longitud del ADN. La investigación muestra que los primeros pasos de la Segregación del ADN pueden no ser tan necesarios para la vida de la célula como se pensaba antes. De hecho, algunas bacterias, como E. coli, ni siquiera tienen un sistema ParABS y aún así logran separar su ADN de manera precisa.

Incluso cuando se quita el sistema que suele ayudar a separar el ADN, muchas células bacterianas todavía logran dividirse sin problemas serios. Otros mecanismos parecen ayudar en esta tarea básica. Por ejemplo, los cambios en el ambiente de la célula pueden afectar cómo y cuándo se separa el nucleóide. Las bacterias pueden alterar el momento de la segregación del nucleóide según los nutrientes que tengan disponibles. Cuando hay abundancia de recursos, las células pueden iniciar este proceso antes en sus ciclos de división.

A lo largo de los años, los científicos han propuesto varias ideas sobre cómo las células bacterianas logran segregar su ADN. Una idea temprana sugería que el crecimiento de la propia célula podría ayudar en el movimiento de los cromosomas. Sin embargo, esta noción fue dejada de lado cuando se descubrió que las bacterias alargan sus células de manera más uniforme de lo que se pensaba. Aunque algunos proponen que el crecimiento celular podría ayudar, la velocidad a la que se segrega el ADN sugiere que otros factores también contribuyen.

Una idea intrigante es que el acto de replicación del ADN ayuda a empujar el ADN a separarse, pero esto por sí solo no aclara todo el proceso. Las simulaciones también indican que ciertas propiedades del ADN podrían influir en su comportamiento durante la segregación. Por ejemplo, a medida que se replica el ADN, las fuerzas dentro de la célula pueden ayudar en la separación de las hebras de ADN. Estas interacciones podrían estar afectadas por varios componentes dentro del citoplasma de la célula, como proteínas y ARN.

Las condiciones abarrotadas dentro de una célula bacteriana también juegan un papel. Las bacterias están llenas de muchas macromoléculas que ocupan espacio y potencialmente afectan cómo se estructura y funciona el ADN. Por ejemplo, los Polisomas, que consisten en ARN y ribosomas, pueden crear condiciones que ayuden a compactar el ADN o asistan en su separación. Estas interacciones podrían llevar a una distribución desigual del ADN y otros componentes celulares.

El desafío radica en cómo estas dinámicas trabajan juntas. Los experimentos han mostrado un vínculo significativo entre el comportamiento de los polisomas y las acciones del nucleóide. La concentración de polisomas en el centro de la célula parece interactuar dinámicamente con el nucleóide, influyendo en cuándo y cómo se divide. Esta correlación probablemente proviene del hecho de que ambos procesos están ligados al crecimiento y al estado metabólico de la bacteria.

Para obtener conocimientos sobre cómo se desarrollan estos procesos, los investigadores han creado configuraciones experimentales para observar células bacterianas en vivo. Al etiquetar el ADN y los polisomas con marcadores fluorescentes, pueden ver cómo se comportan estos componentes en tiempo real mientras las células crecen y se dividen. A través de un análisis cuidadoso de estas dinámicas, los científicos pueden establecer cómo los cambios en el citoplasma llevan a cambios observables en la segregación del ADN.

Tanto el momento como la cantidad de acumulación de polisomas en el centro de la célula están estrechamente relacionados con el momento de la separación del nucleóide. En condiciones de nutrientes más ricos, las bacterias muestran una acumulación más temprana de polisomas en relación con la segregación del nucleóide. Por el contrario, en condiciones de nutrientes más pobres, este proceso se retrasa.

Las diferencias en el comportamiento a través de varias condiciones de nutrientes sugieren un nivel sofisticado de regulación en el que las bacterias adaptan sus procesos internos a cambios externos. A medida que las condiciones de crecimiento fluctúan, el equilibrio entre la producción de ribosomas y el procesamiento del ADN cambia en consecuencia, indicando una relación entrelazada entre la tasa de crecimiento y la segregación del nucleóide.

Esta relación se amplifica aún más por el tamaño y la forma de la célula. Las dimensiones físicas de las células crean un marco que afecta dónde se agrupan los polisomas y cómo se posiciona el nucleóide. Por ejemplo, el ancho de la célula proporciona un límite que dirige el espacio disponible para el nucleóide y los polisomas circundantes, inclinando la balanza hacia mecanismos de separación más efectivos.

A medida que las células crecen, exhiben una polaridad y asimetría únicas: diferencias distintas entre los polos "viejo" y "nuevo" que influyen en cómo se compacta el ADN. Las observaciones indican que las proteínas y los ribosomas son más numerosos en el nuevo polo, proporcionando más empuje e influencia sobre el nucleóide ubicado cerca. Parece que la distancia entre estos componentes varía, lo que lleva a densidades diferenciales y posiblemente afecta la expresión génica dentro del ADN.

A través de varios experimentos, los investigadores notaron que cuando ciertos proteínas se produjeron en exceso o se dirigieron lejos del nucleóide, esto podía cambiar completamente cómo se comportaba el nucleóide. Estos experimentos ejemplifican cómo redirigir recursos dentro de la célula puede llevar a consecuencias imprevistas en la dinámica del ADN.

Otro factor esencial es cómo el ancho de la célula impacta estos procesos. Las bacterias crecen al alargarse en lugar de expandirse en ancho, lo que establece un mecanismo de segregación natural que permite una mejor organización espacial. Cuando se controla o altera el ancho, las dinámicas espaciales cambian, lo que lleva a cambios en cómo se desarrollan las distribuciones de nucleóide y polisoma.

El resultado de estas diversas interacciones es que la segregación del nucleóide bacteriano es una coreografía compleja de componentes moleculares y restricciones físicas. La interacción de las condiciones de crecimiento, las estructuras celulares internas y las actividades metabólicas dictan cuán efectiva y eficientemente ocurre la segregación del nucleóide.

En conclusión, entender cómo las bacterias logran segregar su ADN arroja luz sobre preguntas más amplias de organización y función celular. La relación entre el crecimiento, la actividad de los ribosomas y la dinámica del ADN destaca la extraordinaria adaptabilidad de las bacterias, mostrando cómo optimizan sus procesos internos para prosperar en diversos entornos. Tales conocimientos podrían informar investigaciones futuras no solo en microbiología, sino también en biología sintética y medicina, donde controlar o influir en estos mecanismos podría tener implicaciones significativas.

Fuente original

Título: DNA/polysome phase separation and cell width confinement couple nucleoid segregation to cell growth in Escherichia coli

Resumen: Chromosome segregation is essential for cellular proliferation. Unlike eukaryotes, bacteria lack cytoskeleton-based machinery to segregate their chromosomal DNA (nucleoid). The bacterial ParABS system segregates the duplicated chromosomal regions near the origin of replication. However, this function does not explain how bacterial cells partition the rest (bulk) of the chromosomal material. Furthermore, some bacteria, including Escherichia coli, lack a ParABS system. Yet, E. coli faithfully segregates nucleoids across various growth rates. Here, we provide theoretical and experimental evidence that polysome production during chromosomal gene expression helps compact, split, segregate, and position nucleoids in E. coli through phase separation, inherently coupling these processes to biomass growth across nutritional conditions. Halting polysome formation immediately stops sister nucleoid migration while ensuing polysome depletion gradually reverses nucleoid segregation. Redirecting gene expression away from the chromosome and toward plasmids arrests nucleoid segregation and causes ectopic polysome accumulations that drive aberrant nucleoid dynamics. Cell width perturbations show that radial confinement of polysomes and nucleoids spatially controls their phase separation to ensure that nucleoids split along the cell width and segregate along the cell length. Our findings suggest a built-in mechanism for coupling chromosome segregation to cell growth and highlight the importance of cell width regulation in nucleoid segregation.

Autores: Christine Jacobs-Wagner, A. Papagiannakis, Q. Yu, S. K. Govers, W.-H. Lin, N. S. Wingreen

Última actualización: 2024-10-22 00:00:00

Idioma: English

Fuente URL: https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2024.10.08.617237

Fuente PDF: https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2024.10.08.617237.full.pdf

Licencia: https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/

Cambios: Este resumen se ha elaborado con la ayuda de AI y puede contener imprecisiones. Para obtener información precisa, consulte los documentos originales enlazados aquí.

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