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El papel de la nutrición en las primeras señales de la enfermedad de Parkinson

El estudio resalta cómo la dieta influye en los primeros indicadores de la enfermedad de Parkinson.

― 8 minilectura


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Tabla de contenidos

La enfermedad de Parkinson (EP) es un desorden cerebral común que afecta principalmente a personas mayores. En las etapas iniciales, la enfermedad muestra problemas de movimiento específicos, como movimientos lentos, temblores en reposo y rigidez. A medida que la población mundial envejece, el número de personas con EP sigue en aumento cada año. Algunos expertos incluso han llamado a esta situación una "pandemia".

Aunque ha habido avances en tratamientos que ayudan a manejar los síntomas de la EP reemplazando la dopamina, un químico clave del cerebro, todavía no hay tratamientos que puedan curar o cambiar el curso de la enfermedad. Por eso, es importante encontrar maneras de reducir el riesgo de desarrollar EP y prevenir su aparición.

Los síntomas motores de la EP suelen aparecer cuando se ha perdido casi el 40% de las células productoras de dopamina en una parte del cerebro llamada sustancia negra. Para cuando los síntomas de movimiento se vuelven notables, la enfermedad ya está en una etapa intermedia. Sin embargo, la EP también puede presentar una gama de síntomas no motores, como problemas con el sistema nervioso autónomo, cambios de humor, pérdida del olfato y dificultades de pensamiento. Estos síntomas no motores pueden aparecer antes de que surjan los problemas de movimiento, y muchos se consideran señales de advertencia tempranas de la EP, conocidas como prodromos.

Nutrición y la Enfermedad de Parkinson

Varios factores ambientales se han relacionado con el desarrollo de la EP, y uno de los factores más conocidos es la dieta y la nutrición. Lo que comemos a lo largo de los años puede afectar significativamente nuestro riesgo de varios problemas de salud a largo plazo que impactan nuestra calidad de vida, ya seamos jóvenes o mayores. Aunque muchos nutrientes y diferentes patrones alimenticios se han conectado a la EP, el papel de la dieta y la nutrición en personas con solo señales de advertencia tempranas de la EP no ha sido estudiado tanto.

La investigación sugiere que seguir la Dieta Mediterránea, que es rica en frutas, verduras, granos enteros y grasas saludables, puede estar relacionada con un menor riesgo de desarrollar EP. Investigar los hábitos nutricionales de los adultos mayores podría ayudar a identificar riesgos dietéticos específicos vinculados a la enfermedad.

Algunos hallazgos interesantes han surgido sobre cómo el cuerpo absorbe nutrientes. Por ejemplo, tener ciertos tipos de cirugía en el nervio vago (vagotomía) parece aumentar el riesgo de EP, mientras que condiciones como la enfermedad inflamatoria intestinal pueden aumentar el riesgo aún más. Estudios también han mostrado que los tipos de bacterias en el intestino son distintos en personas con EP, así como en aquellas con complicaciones motoras relacionadas con la EP. Esto sugiere que entender la absorción de nutrientes puede ser crucial en el contexto de la nutrición y la EP.

Para identificar signos tempranos de EP para la investigación, se han establecido criterios conocidos como los criterios de investigación del prodromo de EP (PPC) por una sociedad internacional relevante. Estos criterios incluyen muchos factores de riesgo conocidos para la EP. Otra forma de identificar signos tempranos es a través de signos parkinsonianos leves (MPS), que son problemas sutiles de movimiento que no cumplen con el diagnóstico completo de EP. Los MPS pueden ayudar a detectar signos tempranos de EP y también están vinculados a otros riesgos de salud, como muerte, envejecimiento, demencia y problemas vasculares.

Objetivo del Estudio

El estudio actual tenía como objetivo aclarar la relación entre el Estado Nutricional y la presencia de signos tempranos de EP en adultos mayores que viven en la comunidad.

Participantes en el Estudio

Se seleccionaron adultos mayores de 65 años o más de un estudio llamado el estudio Yahaba de Envejecimiento Activo y Cerebro Saludable (YAHABA). Este estudio ha recopilado una amplia gama de información sobre la salud y el estilo de vida de los adultos mayores que viven en la comunidad. Aquellos con enfermedades graves, demencia o EP fueron excluidos del estudio.

Cómo se Detectaron los Signos Tempranos de EP

El estudio utilizó dos formas principales para evaluar los signos tempranos de EP. Primero, los participantes completaron el Cuestionario de Prodromo de EP (PPQ), una herramienta autoadministrada que evalúa diferentes factores de riesgo para la EP. Con base en las respuestas, los investigadores calcularon la probabilidad de tener signos tempranos de EP (PPP). Una puntuación de 0.3 o más se consideró indicativa de posibles signos tempranos de la enfermedad.

En segundo lugar, los investigadores evaluaron los signos parkinsonianos leves (MPS) a través de un examen físico realizado por un neurólogo. Los MPS incluyen evaluar el habla, expresiones faciales, temblores, rigidez, postura y velocidad de movimiento. Si se cumplían ciertos criterios, se determinaba que un participante tenía MPS.

Evaluación Nutricional

El estado nutricional de los participantes se evaluó utilizando un cuestionario de frecuencia alimentaria (FFQ). Este cuestionario fácil de completar preguntaba sobre la frecuencia de consumo de varios alimentos y bebidas durante el último mes. Incluía preguntas sobre 233 artículos diferentes y ayudaba a analizar la ingesta de energía, principales nutrientes (grasas, proteínas, carbohidratos), vitaminas y fibra dietética.

Para validar este cuestionario, un pequeño estudio con adultos mayores comparó los resultados del FFQ con la ingesta real de alimentos medida durante varios días. Los resultados mostraron que el FFQ proporcionaba una estimación razonable de la ingesta de alimentos y nutrientes.

Análisis de Resultados

Los investigadores compararon los signos tempranos de EP con información clínica de fondo sobre los sujetos, buscando patrones significativos. También examinaron cómo los signos tempranos de EP se relacionaban con la nutrición, teniendo en cuenta factores como la edad, el sexo y el estreñimiento.

Demografía de los Sujetos

De 962 adultos mayores registrados en el estudio YAHABA, 715 completaron el PPQ y 345 recibieron puntuaciones de MPS. En total, 305 participantes tenían datos completos tanto para el PPQ como para los MPS. De estos individuos, el 3.9% tenía una puntuación de PPP de 0.3 o más, mientras que la prevalencia de MPS resultó ser significativamente mayor, del 21%. Notablemente, aquellos con signos tempranos de EP basados en MPS eran mayores y tenían puntajes de depresión más altos en comparación con los que no tenían MPS.

Diferencias Nutricionales Relacionadas con Signos Tempranos de EP

Al analizar los hábitos nutricionales, los investigadores encontraron que los individuos con una puntuación de PPP de 0.3 o más no tenían una ingesta total de energía significativamente diferente en comparación con aquellos con puntuaciones más bajas. Sin embargo, aquellos con MPS positivo tenían una ingesta total diaria de energía más baja. Además, los sujetos con una puntuación de PPP de 0.3 o más tenían una mayor ingesta de grasas y una menor ingesta de carbohidratos en comparación con aquellos con puntuaciones más bajas.

La ingesta de vitaminas del grupo B no mostró diferencias significativas entre individuos con y sin signos tempranos de EP. Curiosamente, la ingesta de agua derivada de los alimentos fue menor en aquellos con signos tempranos de EP, pero la diferencia no fue estadísticamente significativa.

Observando Tendencias en la Ingesta Nutricional

Entre los individuos con MPS, tampoco hubo diferencias significativas en la ingesta de nutrientes principales. Sin embargo, el estudio observó que los adultos mayores con signos tempranos de EP tenían características nutricionales notables que podrían ponerlos en riesgo de desarrollar EP.

El estudio enfatizó que mantener una nutrición adecuada es importante para los adultos mayores. La mala nutrición puede llevar a una disminución de la función motora, lo que puede afectar las actividades diarias y la calidad de vida en general.

Limitaciones del Estudio

Este estudio tuvo varias limitaciones. Primero, se llevó a cabo en un solo centro y se limitó a una cohorte de sujetos japoneses. Segundo, el PPQ puede requerir mejoras para futuras investigaciones. Por último, el número relativamente pequeño de participantes con puntajes altos de PPP podría afectar los hallazgos del estudio.

Conclusión

En conclusión, el estudio encontró diferencias distintas en los hábitos nutricionales entre individuos mayores con y sin signos tempranos de EP. Los resultados sugieren que patrones dietéticos poco saludables pueden contribuir al riesgo de desarrollar EP. Por lo tanto, las intervenciones nutricionales podrían desempeñar un papel importante en la prevención de la EP, particularmente entre los adultos mayores identificados con signos tempranos de la enfermedad. Se necesita más investigación para seguir explorando cómo la nutrición influye en el riesgo de la enfermedad de Parkinson.

Fuente original

Título: Nutritional traits in the prodromal phase of Parkinsons disease in community-dwelling older adults in Japan

Resumen: The growing aging population means that increasing numbers of people are living with Parkinsons disease (PD). Although dopamine replacement is effective, there are currently no curative or disease-modifying treatments. Nutrition is a well-known environmental risk factor of PD. This study aimed to clarify the relationship between nutritional traits and the prodromal phase of PD. Subjects were enrolled from community-dwelling older adults. To identify individuals with prodromal PD (PPD), probability of PPD (PPP) and mild parkinsonian sign (MPS) assessments were used. Nutritional status was evaluated using a self-administered food frequency questionnaire form. Intakes of total energy, the three major nutrients (fat, protein, and carbohydrate), B vitamins, water, and dietary fiber were calculated. Nutrient intake in PPD was analyzed using analysis of covariance with age and sex as covariates. We enrolled 305 subjects. The prevalence of older adults living with PPD was 4.1% by PPP [≥] 0.3 and 21.0% by MPS criteria. Compared with subjects without PPD, individuals with PPP [≥] 0.3 had significantly higher fat intake (33.4 {+/-} 8.8 vs. 29.3 {+/-} 6.7 g/1000 kcal/day, p=0.037) and lower carbohydrate intake (121.4 {+/-} 19.0 vs. 132.1 {+/-} 17.7 g/1000 kcal/day, p=0.039), and MPS-positive subjects had significantly lower total energy intake (1817.5 {+/-} 384.7 vs. 1933.7 {+/-} 433.7 kcal/day, p=0.012). In this community-based cross-sectional study, nutritional traits differed between older individuals with and without PPD; these differences were more pronounced when the PPP was used to evaluate PPD. Nutrition and diet may thus modify PD incidence.

Autores: Tetsuya Maeda, T. YAMAGUCHI, R. Nozaki, K. Taguchi, Y. Suzuki, K. Takahashi, K. Iwaoka, Y. Sato, T. Terauchi, H. Akasaka, N. Ishizuka, K. Uchida, T. Ninomiya

Última actualización: 2023-08-25 00:00:00

Idioma: English

Fuente URL: https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2023.08.24.23294585

Fuente PDF: https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2023.08.24.23294585.full.pdf

Licencia: https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/

Cambios: Este resumen se ha elaborado con la ayuda de AI y puede contener imprecisiones. Para obtener información precisa, consulte los documentos originales enlazados aquí.

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