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# Física # Mecánica estadística

Enseñando a las máquinas a reconocer transiciones de fase

Un estudio sobre el uso de aprendizaje automático para entender los cambios de fase de los materiales.

Vladislav Chertenkov, Lev Shchur

― 7 minilectura


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El aprendizaje automático suena complicado, pero piénsalo como un niño muy inteligente que puede aprender de ejemplos. En física, los científicos quieren que este niño listo ayude a entender cómo diferentes materiales cambian de fase, como cuando el hielo se convierte en agua. Este proceso de cambiar de un estado a otro se llama transición de fase, y puede ocurrir a diferentes temperaturas. El reto es enseñarle a este niño inteligente a reconocer estos cambios en varios materiales, incluso si provienen de diferentes clases.

¿Qué hay de especial en las Transiciones de fase?

Las transiciones de fase son importantes porque explican muchos fenómenos de la vida real. Por ejemplo, cuando el hielo se derrite en agua, está pasando por una transición de fase. De manera similar, cuando el hierro se vuelve magnético, eso es otra transición de fase. La temperatura en la que esto sucede se llama Temperatura Crítica. Si puedes predecir cuándo y cómo ocurren estos cambios, puedes crear materiales más geniales para todo, desde computadoras hasta imanes.

El plan: enseñar al niño inteligente

El objetivo aquí es entrenar a nuestro niño inteligente (la red neuronal) para que reconozca las transiciones de fase en diferentes materiales. El truco está en usar datos de un material, digamos un modelo de Ising, que es como una versión simplificada de un material magnético, y ver si el niño inteligente puede aplicar ese conocimiento a otro material, como el modelo de Baxter-Wu. Estos modelos son como diferentes sabores de helado; pueden verse distintos, pero todos tienen algo en común.

¿Qué son los modelos de espín?

Los modelos de espín son una forma divertida de describir cómo se comportan pequeños imanes. Cada imán puede apuntar hacia arriba o hacia abajo, representando diferentes estados. En un modelo de espín, tienes un grupo de estos pequeños imanes dispuestos en una cuadrícula, y pueden ayudarnos a entender cómo se comportan sistemas más grandes. Piensa en esto como un grupo de personas en una sala decidiendo si sentarse erguido o encorvarse según lo que estén haciendo sus vecinos. La compleja danza de estos pequeños imanes le da a los científicos pistas sobre el cuadro general del material.

El reto de aprender entre clases

Al entrenar a nuestro niño inteligente, nos encontramos con un obstáculo. Si entrenamos en un tipo de comportamiento – como cómo actúan los imanes en el modelo de Ising – ¿podemos esperar que también entienda el comportamiento en el modelo de Baxter-Wu? Es como enseñarle a un perro a traer un objeto y luego preguntarle si también puede nadar. Resulta que no es tan fácil.

Aprendiendo de la Energía en lugar de los espines

Descubrimos que en lugar de usar las configuraciones de espín tradicionales, es mejor centrarse en las interacciones de energía entre los espines. Imagina reemplazar un perro con un gato que también puede traer cosas: ¡requiere un método de entrenamiento diferente! Al usar datos de energía, pudimos hacer que nuestro niño inteligente hiciera mejores predicciones en diferentes modelos.

Probando nuestra teoría

Ahora que teníamos este nuevo enfoque, era hora de ponerlo a prueba. Tomamos instantáneas (o puntos de datos) de los espines en los modelos de Ising y Baxter-Wu a temperaturas por debajo de su temperatura crítica (piensa en estas como fotos tomadas en una fiesta antes de que los invitados empiecen a bailar). Luego los lanzamos a nuestro niño inteligente para ver qué tan bien podía predecir la temperatura crítica para cada modelo.

Explicación de las instantáneas

Los datos que recolectamos consistían en instantáneas de las configuraciones de espín. Piensa en estas como fotos de cómo lucen los pequeños imanes en diferentes momentos. Cada instantánea es una matriz – una cuadrícula donde cada lugar muestra si un imán apunta hacia arriba o hacia abajo. Entrenamos a nuestro niño inteligente con estas matrices y probamos su capacidad para reconocer transiciones de fase.

Aprendizaje Supervisado: el aula

En el aprendizaje supervisado, nuestro niño inteligente tenía un maestro guiándolo a través de ejemplos. Le dimos instantáneas de espines, marcándolas como pertenecientes a la fase ferromagnética (donde la mayoría de los imanes apuntan en la misma dirección) o a la fase paramagnética (donde los imanes están mezclados). Esto es como enseñar a los niños a jugar a la pelota evitando que les den con la pelota mostrándoles dónde apuntar y cuándo esquivar.

¿Los resultados? ¿Funcionó?

Cuando revisamos qué tan bien nuestro niño inteligente podía reconocer estas fases, encontramos que podía hacerlo bastante bien. Sin embargo, cuando llegó el momento de probar qué tan bien podía transferir lo que había aprendido de un modelo a otro, tuvo problemas. Los datos de espín de los diferentes modelos se veían tan distintos que nuestro niño inteligente no podía entenderlo.

Cambiando a resultados basados en energía

Después de pensarlo un poco, nos dimos cuenta de que las instantáneas de energía funcionaban mejor. Al centrarnos en las interacciones de energía en lugar de las disposiciones directas de espín, nuestro niño inteligente encontró la manera de conectar los puntos. De repente, era como cambiar viejos lentes rotos por un par nuevo: todo se volvió más claro.

Encontrando la universalidad entre diferencias

Aquí es donde se pone interesante. Ambos modelos pertenecen a diferentes clases de universalidad, que es una forma elegante de decir que se comportan de manera diferente bajo ciertas condiciones. Sin embargo, a través de nuestro enfoque basado en energía, encontramos un punto en común. Es como descubrir que, aunque dos personas hablen diferentes idiomas, aún pueden comunicarse a través de gestos.

Detalles al habla

Construimos matrices de energía que reflejan cómo los espines interactúan entre sí. Al procesar estos números, nuestro niño inteligente pudo estimar las temperaturas críticas para ambos modelos con mejor precisión que antes. Lo pusimos a prueba y descubrimos que las estimaciones estaban bastante cerca de los valores conocidos.

Conclusión: resultados de aprendizaje

La gran lección de todo este experimento es que nuestro niño inteligente puede, de hecho, aprender de un modelo y aplicar ese conocimiento a otro. Sin embargo, la clave es representar los datos de una forma que tenga sentido entre modelos. Esto fue un triunfo para la física porque abre nuevas vías para usar el aprendizaje automático en la comprensión de sistemas complejos.

Direcciones futuras: ¿qué sigue?

Con este éxito, los próximos pasos pueden ser emocionantes. Si podemos enseñar a nuestro niño inteligente a aprender de diferentes modelos de manera efectiva, tal vez pueda ayudarnos a descubrir nuevos materiales o incluso predecir propiedades que aún no hemos pensado. El mundo de la física es vasto y está lleno de misterios, y nuestro niño inteligente recién está comenzando.

Resumiendo

El aprendizaje automático no es una varita mágica, pero definitivamente está demostrando ser una herramienta útil en la caja de herramientas de los físicos. Al elegir cuidadosamente los datos y el enfoque, podemos unir los puntos entre diferentes materiales y descubrir nuevos conocimientos. Con cada experimento, nos acercamos más a entender el universo y quizás incluso a hacerlo un poco menos confuso. ¿Quién sabe qué traerá la próxima transición de fase?

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